Por: Sara Lucía Caicedo Luna y Diana María Vélez Salinas
Arrebatao
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Venía garabateando por las calles de piedra, es difícil caminar estando chapeto y mucho más si ahora eres un gato. Esa por cierto es una historia graciosa aunque lo que vengo a contar es distinto. ¿Han escuchado esa leyenda de un hombre convertido en caimán? Bueno, ese es mi llave Roberto quien de a poco aprendió que espiar mujeres no traía nada bueno, nada además de golpes y malos ratos.
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Hace años cuando era un pelao, lo encontré a la orilla del río Magdalena
mientras ayudaba a los pescadores. Desde entonces andamos de arriba
pa bajo, es un poco raro, no todos los días ves al hombre caimán
tomándose unas frías junto con un gato arrebatao. A diferencia de
mi llave, yo no me convertí en un monstruo como dirían por ahí.
Desde que tengo memoria he vivido atrapao en este peluo cuerpo,
eso sí de noche soy uno y de día otro.
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Quiero pensar que soy un man simpatico de esos que se bailan una
buena champeta en el parque, pero que por la noche si te descuidas te roba la comida y te pide posada. Me encanta pasar la noche con Roberto, él suele distraerme, tomamos y vemos mujeres que nadan en el río o las lagunas.
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Soy el más bacán que te podés encontrar, así que la próxima vez que veas a un gato de ojos verdes y pelaje naranja cerca del río o la playa, ponme conversa que a lo mucho solo te robo la comida pero encontrarás a un gato que habla y su amigo el caimán.
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Sara Vélez