Por: Sara Lucía Caicedo Luna y Diana María Vélez Salinas

Aeropuerto El Dorado, Bogotá, Colombia, 1998.

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Me encontraba a pocos minutos de ingresar a la sala de espera para poder abordar mi vuelo a la ciudad de Madrid. Como sé que es un vuelo largo, decido ir por un paquete de papitas a una tienda ahí cerquita. Mientras esperaba a que me entregaran lo que había comprado, noto a lo lejos a una señora que llevaba algo en las manos, la verdad me falla un poco la vista, pero creo que por la forma y el tamaño podría ser un bebé. Me intriga mucho hablar con desconocidos, siento que cada persona tiene una buena historia que contar, así que sin pena le fui a hablar. 

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Al acercarme a ella siento un olor como a huevo podrido,

era un olor demasiado fuerte y aunque no lo crean,

eso me generó aún más intriga. Empecé la

conversación con un “hola” y un “¿cómo estás?”.

Creo que la señora al escuchar mis palabras se asustó

un poco, pareciera como si se sintiera amenazada, traté

de calmarla y decirle que no venía a hacerle daño, que solo

quería conversar. Siento que logré tranquilizarla y así logramos

entablar una conversación. 

 

Me contó que también viajaba a Madrid, que hace rato no veía a sus padres y quería que conocieran a su nieto recién nacido. Le pregunté por su bebé, la verdad se me hacia raro no haberlo escuchado llorar o hacer algún sonido y más que los niños normalmente son bullosos, eso pensé yo, pero al preguntarle por él, la señora evitaba el tema. Lo dejé pasar y seguimos hablando hasta que llegó la hora de ir a buscar los asientos.

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Cuando llegamos al aeropuerto Adolfo Suárez en Madrid, me di cuenta de que no vi a la señora con la que estaba conversando antes, pero bueno, era un avión muy grande, mínimo salió por otra puerta.

Unos días después caminando por la calle me llamó la atención el cabezote de un periódico que decía “Mujer transportaba droga dentro de la barriga del cadáver de un bebé” la curiosidad pudo conmigo y me acerqué, tomé el periódico en mis manos y me llevé la sorpresa más grande del mundo, la mujer que estaba en la página principal de ese periódico, era la misma mujer con la que sostuve una  conversación ese día en el aeropuerto de Bogotá, con razón nunca escuché a ese bebé llorar, ahora entiendo por qué esquivaba el tema.

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Laura Radi