Por: Sara Lucía Caicedo Luna y Diana María Vélez Salinas

Había una vez un niño llamado Lincon que vivía en España con sus padres. Un día viajaron a Colombia a pasar vacaciones y llegaron donde su primo Marcus. Antes del viaje Lincon investigó en Google las costumbres del país al que viajaba, porque nunca había salido de España.

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A Lincon y a sus padres les pareció muy bonita Colombia por ello se decidieron a visitar a sus familiares.

Al llegar al aeropuerto de Cali, sus familiares los estaban esperando con carteleras de bienvenida muy coloridas, una papayera y mucho escándalo al cual ellos no estaban acostumbrados, pero se sintieron muy bien.

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Saliendo del Aeropuerto les dieron un paseo por todo Cali; el zoológico,

las tres cruces, la iglesia la Ermita, La Estatua de Belalcázar, La loma

de la cruz, Cristo Rey y terminando el paseo fueron a comer un

delicioso Cholado. Cuando llegaron a casa Lincon estaba tan

entusiasmado con todas esas cosas lindas que habían visto que

no estaba cansado y Marcus lo invitó a jugar con sus amigos de la

cuadra. Era algo nuevo para él porque en España no se acostumbra

a jugar con los vecinos y menos en la calle. Él pasó súper y conoció a

muchos niños.

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Pasados varias semanas Lincon, su primo y su familia habían conocido

muchos sitios no solo de Cali, sino de varias ciudades por fuera como: 

Guatapé, El Lago Calima, El milagroso de Buga. En Bogota Monserrate,

sus parques de diversión y museos. En el eje el parque del café, Panaca,

los termales y las playas de Colombia: San Andrés, Cartagena y Santa Marta.

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Lincon estaba emocionado por tanta belleza que era más grande de lo que

decía en internet, y no solo los sitios, también su gente y su amabilidad los

dejó enamorados.

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Cuando llegó el día de volver a España, Lincon se sintió muy triste y le hizo prometer a sus padres que al siguiente año volverían, porque habían sido sus mejores vacaciones.

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 David Alejandro Poscuz